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Andraé Crouch: de la música góspel al pop y el cine
Medio siglo de carrera como cantante, compositor y productor, siete Premios Grammy, conciertos en más de setenta países e innumerables discípulos musicales y espirituales alrededor del mundo. Y pese a todo esto, el nombre de Andraé Crouch dice poco al gran público que no está vinculado a la música góspel. Un genio en segundo plano que has escuchado y disfrutado sin saberlo -y probablemente más de una vez-.
A principios de la década de 1940, la ciudad californiana de Compton se convirtió en lugar de afluencia masiva de afroamericanos. En poco tiempo acogió a una sociedad multicultural que mostraba el principio del fin de la segregación racial. Benjamin y Catherine Crouch, regentes de una lavandería, vieron nacer allí a sus mellizos en 1942: Andraé Edward y Sandra Elaine. No podían imaginarse que unas décadas después aquellos niños revolucionarían el mundo del góspel y el pop.
Los hermanos se criaron en una familia inmersa en la pentecostal Church of God in Christ, donde su padre era pastor de una congregación en Val Verde y su tío-abuelo Samuel M. Crouch fue uno de los primeros predicadores negros en la radio. Andraé tenía como ídolos a The Davis Sisters y The Caravans. Pero, sus gustos musicales eran variados: del jazz y el blues hasta el rock’n’roll y la música clásica.
Andraé solía contar habitualmente cómo llegó la música a él. Los Crouch se trasladaron en 1951 a San Fernando Valley para establecer la Christ Memorial Church. Todo empezó con reuniones en un garaje, sin recursos y sin músicos. Benjamin llamó un día a su hijo Andraé, un niño tímido de once años, para que ante la congregación recibiese el don de la música. Dos semanas después, sin lecciones ni academias, fue obligado a ponerse al piano un domingo para seguir las voces de los fieles mientras entonaban “What a Friend We Have in Jesus”. Andraé se sumergió en la práctica pianística de manera autodidacta, algo que siempre se notó en su carácter intuitivo e improvisador a la hora de componer e interpretar. Siempre trató las canciones de manera diferente en cada escenario, acercándose a cada audiencia y a cada atmósfera, haciendo que su banda aprendiese al menos tres versiones diferentes de cada tema.
Era un hombre consciente del mundo en que vivía, algunas cosas le inspiraban y otras le hacían levantarse para cambiarlas. En el último álbum de estudio de Crouch, The Journey (2011), se aprecia especialmente la influencia del mundo que le rodea. Contaba que cuando quería crear canciones con “sonido francés” solía acudir a casa de uno de un amigo para que su esposa le cocinase delicatessen parisinas mientras componía. El triunvirato música-comida-realidad estaba en él desde que con 14 años creó “The Blood Will Never Lose Its Power”. Durante el Memorial Day los Crouch celebraban una reunión con amigos en casa. Cuando el pequeño Andraé llegó al lugar vio como compartían comida en el jardín, pero su carácter retraído le hizo quedarse dentro tocando el piano. Por la ventana observó algo que le hizo tocar cada vez más lento: cómo ponían salsa roja sobre la carne en la barbacoa. "Suddenly, in my mind's eye I could see Jesus carrying His cross up to Calvary, and I saw His blood. [...] As I saw this scene, which had been prompted by the activities in the backyard, I said, Oh, the blood!”. Desde la infancia Crouch siempre fue un visionario consciente de la realidad en la que vivía, interviniendo en ella a través de la música.
Una clave de Crouch es su eclecticismo, fusión, hibirdación o como queramos llamarlo. Él mismo lo veía así: "Whites aren't any difference from blacks, blacks from Orientals or Orientals from Mexicans. [...] But though there's no difference at all, I disagree with making a melting pot. We can have unit in purpose and spirit and still keep our separate ethnic and cultural identities. It's like rice and beans... We need to enjoy the rice and the beans”.
Take The Message Everywhere
Su primer coqueteo con la industria musical llegó a finales de 1950s al formar junto a sus hermanos, Sandra y Benjamin Jr., el Crouch Trio. Pocos años después formó parte de The Cogics, con quienes grabó el álbum It’s a Blessing (1964). En esta agrupación aparece ya rodeado de algunos genios musicales que estarán presentes a lo largo de su carrera posterior. Entre los Cogics encontramos a un mítico Billy Preston, Edna Wright, Gloria Jones, Sondra Williams y Sandra Crouch. Andraé dejó su trabajo en 1965, vendió su coche y formó un coro con drogadictos del Teen Challenge Center de Los Ángeles. El Addicts Choir llegó a grabar un disco donde se incluía la canción "The Addict's Plea" (1965).
Ese mismo año empezaba a fraguarse Andraé Crouch & the Disciples. Todo empezó con Andraé al piano en la iglesia de su padre y las voces de Perry Morgan y Bili Thedford, a quienes se sumarían después Sherman Andrus y Rubén Fernández. En noviembre de 1967 el productor Ralph Carmichael escuchó hablar de estos jóvenes y tres meses más tarde decidió ir a buscarlos para grabar su primer disco con Light Records. Los “discípulos” de Crouch fueron renovando la plantilla poco a poco. Para su segundo disco en 1971 sólo quedaba el trío inicial, a quienes se suma Sandra Crouch. En sucesivas etapas pasarían por la banda voces como Danniebelle Hall, James Felix, Bea Carr, Betty Watson y Paula James.
El logro de los Disciples fue conseguir sacar definitivamente el góspel del ambiente eclesiástico, centrando sus canciones en temas relativos a los problemas de la humanidad coetánea. Todo esto encuadraba a Crouch como uno de los principales exponentes del (contra)cultural Jesus Movement, donde él era el único músico afroamericano destacado. Andraé Crouch nunca temía contradecir el status quo y explorar nuevos caminos musicales. La aventura de los Disciples dio lugar a un corpus musical que ha pasado a ser parte esencial de himnarios contemporáneos, además de formar parte de la banda sonora de muchos músicos que vendrían después. Hacer una selección de algunas de estas canciones que han logrado sobrevivir con creces al paso del tiempo es difícil: “The Blood Will Never Lose Its Power” (1968); “My Tribute (To God Be The Glory)” (1971), “Through It All” (1971), “Jesus Is The Answer” (1973), “Can’t Nobody Do Me Like Jesus” (1973), “Take Me Back” (1975), “Soon And Very Soon” (1976)… Otras aportaciones de Crouch al hit parade forman parte de sus diecinueve álbumes en solitario: “We Are Not Ashamed” (1982), “Oh It Is Jesus” (1984) o el reciente “Let the Church Say Amen” (2011).
En los siete álbumes que publicó con los Disciples hay joyas menos conocidas que muestran la grandeza musical de Crouch. Take The Message Everywhere (1968) presentaba ya un acercamiento al jazz y al pop en canciones como “I’ve Got It”, “I’ll Never Forget” o “Wade In The Water”. Mucho más elaborado suena This Is Another Day (1976) donde se mezclan la música disco y el soul -en “We Expect You” la voz de James Felix hace resonar la influencia de Stevie Wonder, amigo de Crouch- con los modelos más tradicionales del góspel y músicas de tintes hawaianos. Como colofón grabó Live In London (1978), donde se mezclan el góspel y estéticas del rock progresivo.
Un artista en la sombra
Sus manos moldearon un sonido que invade la música soul, R&B y pop desde los años 70s, pero ¿cuántos son conscientes de su presencia en esas canciones que tantas veces hemos escuchado? Su trabajo como productor y compositor empieza a despuntar con I’ve Got Confidence (1969) de Sherman Andrus. La canción que daba nombre al álbum fue grabada casi simultáneamente por The Imperials dando el salto a las audiencias blancas y convirtiéndose en un estándar al grabarla Elvis Presley (1972). Junto al productor Bill Maxwell y el equipo creativo que estableció en Light Records hizo música para Danniebelle Hall y Jessy Dixon, además de introducir en los circuitos musicales a The Winans en 1981. En sus trabajos como arreglista y compositor trabajó con una nómina excepcional de músicos: James Ingram, Paul Simon, Chaka Khan, Lionel Richie, Diana Ross, Vanessa Williams, Tata Vega, Kirk Franklin, Donald Lawrence…
Hasta aquí, todos aquellos que no sean seguidores del soul o el góspel, seguirán preguntándose si también han escuchado a Andraé Crouch. Pues sí, todos hemos escuchado algo que ha surgido de su instinto musical. Todos aquellos que hayan visto películas como El Color Púrpura (Steven Spielberg, 1984), El Rey León (Walt Disney, 1994) o A Time to Kill (Joel Schumacher, 1996). En 1984 Quincy Jones llamó a Crouch para que le ayudase con la música de la adaptación de la novel de Alice Walker hecha por Spielberg. Crouch compuso “Miss Celie’s Blues” y “Speak Lord (God Is Trying to Tell You Something)” con la impresionante Tata Vega poniéndole voz a una cantante de blues que volvía a reencontrarse con lo divino. Andraé consiguió por ello la nominación al Oscar a la Mejor Canción Original. Mucho más reciente en la memoria colectiva está el archiconocido “Ciclo Sin Fin”, una composición de Elton John y Tim Rice con arreglos corales de Crouch, y que en español cantó Tata Vega también.
Si eres poco cinéfilo, aquí van otros éxitos que conoces seguro. A finales de 1988 llegó a Andraé el demo de una canción que le valieron la fama a cambio de un aluvión de críticas. Escuchó la demo de “Like a Prayer” de Madonna mientras iba en el coche. No parece ser que le disgustase pese al aire erótico que tenía, tratando a un Cristo transubstanciado como a un verdadero amante. Años después Andraé se excusaría diciendo que trabajó con Madonna no para ganar popularidad, sino que vio “una oportunidad para compartir a Dios”… Probablemente Madonna y su productor Patrick Leonard recurrieron al buen hacer de Andre Crouch gracias a su colaboración con Michael Jackson en “Man In the Mirror” (1987) hacía muy poco tiempo. Quincy Jones era co-productor del álbum Bad (1987) y recurrió a Crouch para que hiciese los arreglos corales de esta canción, donde también se oyen las voces de los Winans y Siedah Garrett. A partir de ese momento MJ y los hermanos Crouch establecieron una relación artística y personal hasta tal punto que el Rey del Pop sentía a Sandra Crouch casi como una segunda madre. Posteriormente crearían juntos otras canciones como “Will You Be There” (1993), “Morphine” (1997) y “Speechless” (2001). En junio de 2009, unas semanas antes de la muerte de Michael Jackson, los hermanos Crouch se reunieron con él para hablar de futuros proyectos y terminaron cantando y orando alrededor del piano. El funeral de Jackson se abrió con “Soon and Very Soon” de Crouch.
El año 2015 era muy esperado por el público de Andraé Crouch, pues tendría lugar una gira cancelada por problemas de salud que contaba con artistas como Israel Houghton, CeCe Winans, Marvin Sapp y Rance Allen. Pero, el 8 de enero de 2015 nos dejaba el que fue guía de toda una generación. Además del mito musical que siempre vivió en la sombra, se iba “Andy” o “Uncle Bobo”, quien ha dejado una vacante difícil de ocupar en la música actual. El mejor legado que podía dejarnos es su música y sus mensajes escondidos en los rincones más insospechados.