La música folk de EE.UU. en 10 grabaciones
El folk estadounidense es un mosaico más variado de lo que algunos piensan
En el imaginario más habitual pensamos en la música folk de los Estados Unidos de América y nos viene a la cabeza un reducido modelo de sonidos, prácticas, instrumentos y estéticas que son un fruto del reduccionismo que implican a veces los cánones. Históricamente se ha proyectado una idea del folk estadounidense centrada en las comunidades de gente blanca con ascendencia europea, con especial hincapié en la influencia británica y germánica. Esto es un reflejo de la identidad nacional mayoritaria que se desarrolló durante el siglo XIX y gran parte del XX, donde la segregación racial es un elemento esencial definitorio de la cultura estadounidense. “Música folk”, “música negra” y “música indígena” son categorías aún para algunos distantes, aunque poco a poco vamos viendo que el folk también es afrodescendiente y que los nativos norteamericanos han dejado una huella destacable.
Lo de simplificar la riqueza y variedad del folklore musical no solo ocurre en EE.UU. Muchos imaginan el folk de allí con un músico cargado con su banjo, su violín o su acordeón, o a imagen y semejanza de los artistas del revival sesentero de Bob Dylan y Joan Baez. Igual pasa si atendemos al folklore musical español. Lo que hemos construido (escribo “hemos” refiriéndome a están dentro de la cultura española y a los que están fuera y los reciben) es una primacía del andalucismo y el flamenquismo. Cuesta a veces que un “guiri” reconozca como folklore español unas jotas manchegas, un rabel leonés o una gaita aragonesa. Muchos que forman parte de la cultura española también tendrían problemas para identificar algunas de esas formas e instrumentos musicales que cito. Uno conoce el repertorio, el instrumento, la práctica propia de la comunidad a la que perteneces, pero no conceptualiza y analiza en térmimos de “folklore”. Es una categoría analítica que parte de la academia para coleccionar y entender determinadas manifestaciones culturales.
Y es que aunque lo folk esté ligado a lo rural y agropecuario, no está exento de ser una construcción con gran carga sociopolítica. El término “folklore” es la adaptación del alemán “volk” (pueblo) y “lore” (saber, ciencia). En el tránsito del siglo XVIII al XIX se va desarrollando el concepto para hablar del conjunto de conocimientos propios de una comunidad conservados y transmitidos generalmente de manera oral. No solamente nos referimos a músicas, sino cualquier narrativa, técnicas -desde una receta gastronómica al pastoreo o cómo construir un instrumento-,rituales, etc. Si seguimos la teoría clásica del folklore que planteó ya en 1954 William Bascom, todo folklore serviría para una o varias de estas funciones: amenizar, validar, conformar y/o educar.
Con todos estos apuntes, simplemente quiero hacer entender que es necesario ampliar el imaginario del folk estadounidense para mucha gente actualmente. Romper el arquetipo y reelaborar un nuevo canon que se ajuste mejor a la variedad de folklorismos musicales que hay dentro de los EE.UU. Elegir diez canciones es solo un comienzo que realmente no hace justicia plena al abanico tan grande que existe.
# Contradanza
Este primer ejemplo está dentro del canon que todo el mundo tiene en la cabeza sobre el folk estadounidense. La contradanza surge en el siglo XVII en el mundo inglés campesino y llega a Francia donde se coreografía como como danza cortesana de parejas -de los danzantes enfrentados vendría “contredanse”-. En las colonias norteamericanas británicas y francesas del XVIII se bailaba habitualmente y se convierte en un evento social clave en muchas comunidades. Violines, banjos, acordeones, guitarras, mandolinas, piano, clarinetes y casi cualquier instrumento tiene cabida. En la década de 1920s el empresario del automóvil Henry Ford intentó desarrollar un proyecto para conservar y potenciar esta música -en contraposición al auge que experimentaba el recién nacido jazz-. Hoy sigue viva en Nueva Inglaterra y la región de los montes Apalaches.
# “Steal Away To Jesus”
Durante mucho tiempo la categoría “música negra” ha separado el folklore afrodescendiente del folklore blanco en Estados Unidos. El espiritual negro surge antes de la Guerra de Secesión (1861-1865) y se usó durante el conflicto por parte de los abolicionistas para demostrar que los esclavos tenían alma y debían ser libres. Se hicieron recopilaciones de lo que denominaron en su momento “canciones de plantación” o “canciones de esclavos” en las que se denotan los textos relativos a la experiencia cristiana negra decimonónica. Los temas bíblicos se usan también como códigos dentro del sistema del “ferrocarril subterráneo”, la red que se generó para ayudar a que muchos esclavos escaparan hacia el norte. Hablar de “Moisés” era hablar de un libertador que vendría, el “pueblo de Israel” era una referencia al pueblo elegido de Dios que pasó por la esclavitud, sumergirse en las aguas incitaba al bautismo pero también a una ruta de huida por un río o el mar… El caso de “Steal Away” tiene un tema escatológico que habla del arrebatamiento de la Iglesia durante la segunda venida de Jesús, pero se empleaba para hablar de la inminente llegada de alguien que ayudaría a que algún esclavo desapareciera de la plantación para ganarse la libertad. La canción fue recopilada por Wallace Willis, un nativo choctaw que había sido liberado en Oklahoma.
# “Kumbaya”
Seguro que muchos han escuchado esta canción en los contextos cristianos más diversos en las últimas décadas. Su origen es también un espiritual como la anterior, pero parte de una comunidad afrodescendiente muy concreta, los gullah llegaron como esclavos desde el África occidental, con una preeminencia cultural del pueblo Kongo. Viven en las islas junto a la costa que van desde Carolina del Sur hasta el norte de Florida pasando por Georgia. Fueron esclavos que trabajaron en la producción principalmente de arroz. A diferencia de otras comunidades afroestadounidenses han logrado preservar su folklore. Incluso, cuando en las primeras décadas del siglo XX algunos migran a Nueva York se organizan en comunidades algo aisladas que preservan sus usos religiosos, su lengua y tradiciones. Ellos originaron la expresión “kumbaya” a partir del inglés “Come By Here” (ven por aquí). Antes de cristianizarse practicaban religiones espiritistas y la idea de llamar a la presencia de los espíritus ha pervivido como un sincretismo cristiano en esta expresión al invocar a Dios para que intervenga ante el que grita, el que canta o necesita cualquier cosa. La canción fue grabada por Pete Seeger en 1958 gracias a que el folklorista Robert Winslow Gordon la había hecho popular tres décadas atrás en el movimiento scout. La canción se convirtió en parte de los repertorios habituales empleados en la lucha por los Derechos Civiles. Algunos como el reverendo Marvin Frey en 1939 tomaron la canción y la registraron como si fueron sus autores. En las últimas décadas el pueblo gullah ha logrado cada vez más apoyos institucionales para preservar y divulgar su cultura.
# “Allons à Lafayette”
La comunidad cajún surge de la migración forzada que se produjo en el siglo XVIII que hizo que abandonaran la Acadia colonial francesa -actualmente Canadá- por la llegada británica a esos territorios y se trasladasen hasta la Luisiana española. Henry Wadsworth Longfellow cantó la historia de esta comunidad en su poema Evangeline (1847). Terminaron por desarrollar una lengua criolla propia que mezcla elementos franceses, ingleses y españoles que además se nota en su música. Joe Falcon, de ascendencia española y de una familia de constructores de instrumentos musicales, empezó en la década de 1920 a comercializar la música cajún. Se le sumó Cleoma Breaux con su guitarra y terminó por convertirse en su segunda esposa. Juntos hicieron grabaciones pioneras como esta de 1928 que usando la melodía de tema tradicional "Jeunes gens campagnard" pone voz a un hombre que básicamente le dice a una mujer que “es demasiado bonita como para convertirse en una fulana”, así que mejor que se vaya con él a Lafayette, Luisiana, y no le enfade más… Cleoma sufrió un grave atropello en Nueva York en 1938 que hizo que poco a poco se fuera apagando hasta su muerte en 1941. Joe no volvió a grabar nunca más después de aquello.
# “Tom Dooley”
La música folk en la década de 1950 empezó a comercializarse cada vez más y más. Tomó además un cariz político, tanto para los que querían reforzar las identidades estadounidenses más conservadoras como para los jóvenes revolucionarios que esperaban cambiar el mundo que les rodeaba. Los californianos The Kingston Trio lograron llevar al número uno de las listas de ventas en 1958 su versión de la canción “Tom Dooley”. Cuenta la historia real de un asesinato producido en 1866 en Carolina del Norte. Tom Dula, un veterano confederado, mató a Laura Foster y en la región Apalache empezó a contarse-cantarse su historia criminal. Un triángulo amoroso que termina con “Dooley” condenado a muerte. Desde finales de los años 1920 se hicieron grabaciones e incluso algunas fuentes apuntan que el texto fue obra del poeta Thomas Land -originario del condado de Wilkes donde había ocurrido el asesinato-. Otros californianos, The Four Preps, criticaron humorísticamente este éxito de The Kingston Trio en su canción “More Money For You And Me” pidiendo que terminaran ahorcados como el protagonista de la canción.
# “Corrido de Gregorio Cortez”
La “balada criminal” anterior al fin y al cabo funcionaba como un noticiero que hacía correr rápido los sucesos de un lugar a otro. Misma función tienen los corridos. De origen mexicano se ponen de moda durante la Revolución Mexicana de las dos primeras décadas del siglo XX. No podemos olvidar que aunque la frontera México-EE.UU. se clara en términos legales, no es un muro infranqueable culturalmente. Nuevo México, California o Texas tienen una herencia hispano-mexicana importantísima. La población tex-mex además ha tenido un contacto continuo con migrantes de origen centroeuropeo y la comunidad afrodescendiente. De esto ha surgido una tradición musical híbrida entre los hispano, lo negro, lo europeo que muchos relacionan con el avivamiento comercial de los 60s en manos de músicos como Flaco Jiménez e incluso algunos estarán pensando en varias décadas después con el clímax del pop tejano de Selena. Pero, si rastreamos en la comunidad tex-mex nos encontramos con piezas como el “corrido de Gregorio Cortez” donde se cuenta la historia de la muerte del sheriff en el condado del Carmen a manos de Cortez. Se ha entendido como un “corrido de resistencia” de los que surgieron en la frontera y ayudaron a generar la identidad tejana a comienzos del siglo XX. En 1982 Robert M. Young convirtió la canción en una película donde Edward James Olmos encarnó el papel de Gregorio Cortez.
# Pow Wow Intertribal
La aportación de los nativos norteamericanos a la música estadounidense es una de las menos exploradas por el gran público. La variedad étnica que hay -y más hubo antes de las conquistas violentas y migraciones forzadas estadounidenses sobre los indígenas- tiene una barrera lingüística importante que a veces dificulta la difusión de músicas apache, arapaho, iroquesas o de cualquier otra comunidad. Desde Fewkes a finales del XIX hasta Bruno Nettl a mediados del siglo XX, innumerables folkloristas y etnomusicólogos han recopilado y estudiado materiales. En las reservas de nativos -ghettos en el ámbito rural que sí han preservado la cultura indígena, pero con mucha letra pequeña y rescisión de algunos derechos habitualmente- se siguen desarrollando los pow wow, eventos comunitarios en los que se desempolvan y exhiben las tradiciones de cada grupo. Igual que han surgido tendencias pan-africanistas, existe una visión integradora de todos los nativos norteamericanos que ha dado lugar a la identidad y eventos intertribales. Se fusionan percusiones y cantos cheyene con los de un choctaw o un niitsitapi -más conocidos como Confederación “Pies Negros”-. Además de conservar en sus canciones prácticas cinegéticas y cosmogonías, también emplean la música como parte de sus ritos chamánicos. En el sentido religioso existe la “iglesia peyotista” -oficialmente denominada The Native American Church- que sincretiza las creencias indígenas y el consumo de enteógenos con algunas ideas cristianas.
# Danza Hula
No olvidemos que además de los nativos que hay en suelo continental, Estados Unidos ha colonizado diversos territorios insulares que aunque parezcan satelitales son tan estadounidenses como Kentucky o Nueva York. Un caso sería Puerto Rico -que bueno, depende para qué beneficios no ha sido tan estadounidense…- y otro Hawaii. ¿Quién no tiene en la cabeza el folk hawaiano plagado de bailarinas con faldas y flores contoneándose? Hawaii era un reino autónomo hasta que en 1893 se dio un golpe de Estado que lo convirtió en una república y que terminó con su anexión a Estados Unidos cinco años después. En 1993 se hizo una resolución estatal de disculpa por la manera en que se había hecho todo un siglo antes, pero ya no había vuelta atrás. El pueblo hawaiano tiene su origen en las migraciones de polinesios procedentes de las Islas Marquesas y Tahití, por lo que su folklore es bastante diferente al del resto de territorios estadounidenses. Las canciones danzables del kahiko o hula están ligadas al tamure tahitiano y a las hakas maoríes. Se acompañan las canciones con instrumentos como tambores o los puili -palos de bambú que marcan el ritmo- y los danzantes suelen llevar unas faldas vegetales denominadas ki. Se usan como parte del entretenimiento cotidiano y son esenciales en la sociabilidad de la comunidad, e incluso en ocasiones pueden tener un carácter ritual.
# “I Ride An Old Paint”
Cuenta una historia típica de película de vaqueros en la que un hombre está tan unido a su caballo que quiere que cuando muera aten sus huesos a él y juntos cabalguen hacia el Oeste. La canción fue recopilada en 1927 por el varias veces ganador de un Pulitzer Carl Sandburg -que además terminó por grabarla. Su origen estaba en los vaqueros blancos del Medio Oeste. A comienzos de la década de 1940 el folklorista Alan Lomax indagó un poco más y descubrió que aquellos muchachos blancos habían aprendido la canción de un vaquero negro. Sí, has leído bien. Los vaqueros negros no se los inventaron para películas como Posse, Django Unchained o The Harder They Fall. Durante décadas Hollywood había hecho un “blanqueo” continuo del cowboy como héroe a la estadounidense. Volviendo a la canción, Aaron Copland la incorporó en su ballet Rodeo (1942) y el sinfonista William Grant Still la convirtió en una de sus Miniatures (1948). Johnny Cash la llevó durante mucho tiempo en su repertorio, pero también ha sido grabada por una larga lista de artistas que incluye a Peete Seeger, Woody Guthrie, Linda Ronstadt, Ramblin’ Jack Elliott y Colter Wall.
# “This Land Is Your Land”
Y si hablamos de promover la riqueza y variedad del folk estadounidense, no podía faltar esta canción escrita por Woody Guthrie. En 1940 creó este himno para responder a la patriótica “God Bless America” de Irving Berlin. Y digo himno porque Guthrie se basó en la melodía de una canción bautista que ya había grado The Carter Family. Desde su habitación de hotel en Nueva York escribió una letra que llama a la integración de todos en los Estados Unidos, una tierra de brazos abiertos para todos. Durante casi media década él mismo olvidó la canción, pero cuando decidió empezar a cantarla se convirtió en un estándar. Guthrie invitó a la colectivización de su composición, incitando a que se publicara, se grabara y se divulgara de cualquier manera posible.